miércoles, 2 de abril de 2008

A veces un tipo de calzado nos produce rozaduras y heridas. Son muy molestas y hasta que no se curan, pasas un tiempo malo.
Nunca se nos ocurriría irnos de excursión con este panorama en los pies, miramos con odio a los zapatos que nos hicieron ese daño y durante un tiempo se quedan arrinconados. Pero tampoco se nos ocurre dejar de caminar. No renunciaríamos a eso.
Andamos a paso lento, sin prisas pero con quejas, con calzado cómodo, nos hacemos curas constantes y descansamos cuando podemos.
Nos adaptamos a la circustancia, porque sabemos que es algo temporal.

Y así de repente, un día dejas de sentir molestia al caminar y te descubres haciendo otra vez el camino de Santiago.
Hay quien aprendió de la lección y lo hace con otro tipo de calzado, pero hay también quién cree que no le volverá a pasar, que le pasó porque los zapatos eran nuevos; quién sucumbe a la tentación de los zapatos porque son tan cucos... Inventan mil excusas o se las creen (a veces las dos cosas).
Cuando es sabido que un zapato nuevo te provoca un dolor horroroso de pies y punto; las llagas, las heridas, las rozaduras, son debidas a que el zapato no le va a tu pie, y punto también.


El ser humano, en sus relaciones y sentimientos, no es muy diferente. A veces sales dolida y con heridas de una relación sentimental o de amistad. Te juras que nunca más volverás a caer en el error. Pero no renunciamos a las demás personas y después de un tiempo, te descubres con una sonrisa, sin acordarte del mal rato y hacia el camino de Santiago.

La diferencia, el triunfo o fracaso, la superación o el nuevo hundimiento, dependerá de si decides repetir calzado.
Es archisabido y oído, "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". En este caso se debe distinguir si el primer tropiezo ha sido error solamente de uno mismo, en este caso se puede repetir y si se ha aprendido dónde está la piedra, no tiene porqué volver a suceder. Si el tropiezo ha sido por un mal calzado, por mucha insistencia que ponga la persona, volverá a tropezar, si no en esa piedra, en otra.

También se puede tener fe en la capacidad de mejora de unos "pies" que se hayan hecho más duros y resistentes.
Hoy en día, aún no se han conocido unos pies inmunes al dolor.

*(Es una reflexió a petició de "qui sigui". Seguiré escrivint a l'altre blog, però és que tenia aquest abandonat)

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